
El juego es primordial para la existencia de la dinámica del Carnaval. Es la celebración colectiva más grande y esperada del año. Durante este tiempo las jerarquías sociales, la edad, el estado civil, la ley, el trabajo y la religión; se dilatan hasta casi perderse, para brindarle al jugador la posibilidad de ser igual que los otros, mimetizarse en la multitud, esconderse detrás de la máscara, despojarse de las cargas sociales y liberarse de las presiones en medio del trance, para hacer parte de un proceso de transformación que como una válvula de escape, invita al otro a luchar, retar, exhibirse, a ser y no ser, a fanfarronear, a tener un encuentro ritual donde el enfrentamiento no deja victimas sino risas, alegría y la añoranza de otro juego.
La persona que no tolere una anarquía como ésta es preferible que no salga de su casa, porque con tan sólo poner un pie en la calle, el juego tiene permiso para atropellarlo, dejarlo exhausto, pintado, bailado y ebrio; porque el juego es la esencia del carnaval de negros y blancos, jugar es entretenerse y encontrar el espacio propicio para transgredir la cotidianidad, hasta ahora rígida y seria, el carnaval invita a sentirse niño otra vez, para jugar con esos elementos representativos de la región, que en la edad temprana arrancaron diversión, alegrías y gritos que ayudan a construir identidad.
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UNIVERSIDAD DE NARIÑO
2 comentarios :
Hola, acá devolviendo la visita que hiciste a Sala de Reacción. ¡Felicitaciones, buen blog!
Yo jugaba carnavales en Lima, y recuerdo cuando era muy chiquita y toda la familia metida en el jardín, mojándonos unos a otroas... los chicos terminábamos perdiendo porsupuesto.
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