La imaginación y la creatividad se apoderan de estos días para sentirse no reconocido siendo marimonda, congo, garabato, monocuco, guayabero o capuchón, en medio de las múltiples máscaras totémicas de tigre, mico, coyongo, pájaro, burra mocha, chivo o caimán que constituyen la parodia de la fauna tropical costeña y que anualmente vemos como se lucen y se gozan durante toda la temporada de manera tan pintoresca y graciosa.
Cada uno escoge su disfraz con el que se siente a sus anchas para hacer lo que se le viene en gana durante los cuatro días del carnaval, sin prohibiciones y solo escuchando el inconciente. Es la sensación de introducirse en otro mundo, EL DEL PLACER. El de vivir la fiesta, el de saber que BARRANQUILLA ESTÁ DE CARNAVAL.
Carnaval es disfraz. Sin este requisito no se concibe una fiesta que, desde hace tiempo atrás, el hombre caribe con sus atuendos ha demostrado que se puede ser trascendente, burlón y gozón: MAMAR GALLO. Estas son las características de su identidad.
El carnaval de Barranquilla ha permitido apropiarse de los lugares públicos como la plaza o la calle, pero no únicamente para asistir al jolgorio sino para gozárselo. De ahí que no quepa duda de que su máxima “QUIEN LO VIVE ES QUIEN LO GOZA” sea una realidad.
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GUION VIDEO CARNAVAL DE BARRANQUILLA
UNIVERSIDAD DE NARIÑO
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